LAS QUINCE ORACIONES
DE SANTA BRIGIDA
ORACIONES APROBADAS
El Papa Urban VI (1378-1389) Animó a que se multiplicaran las copias escritas de
las revelaciones de Santa Brígida ya que estas no fueron impresas en ese tiempo.
Las magníficas oraciones fueron copiadas de un libro impreso en Toulouse en
1740, y publicadas por el Padre Adrien Parvilliers de la Sociedad Jesuita y
Misionario Apostólico en la Tierra Santa. El tuvo la aprobación, el permiso y la
recomendación de extender la devoción.
Los libros que contienen éstas oraciones han
sido aprobados por un grupo de eclesiásticos de alto nivel, entre ellos Su
Eminencia el Cardenal F. J. Giraud de Cambria en 1845, y el Arzobispo Florián de
Toulouse en 1863. El Bendito Papa Pío IX el 31 de Mayo de 1862 bendijo las
Revelaciones de Santa Brígida. El gran Congreso de Malinas recomendó las
oraciones el 22 de Agosto de 1863. El Papa Benedicto XV (1914-1922) se expresó
de la siguiente manera en las Revelaciones de Santa Brígida: "La aprobación de
estas rev elaciones implica nada más que esto: Después de un examen lento y
detenido, se permite publicar estas revelaciones para el bien espiritual de
todos los fieles. Y, aunque no se les atribuye el mismo grado de Fe que se le
rinde a las verdades de la religión bajo pena; sin embargo, se les permite creer
con fe humana. Es decir, conforme a las reglas de prudencia, por las cuales son
probables. Por tanto, estando ya adecuadamente afirmadas y apoyadas por
suficientes motivos, pueden ser piadosamente creídas."
(Les Petits Bollandistes, tomo XII)
SANTA BRIGIDA DE SUECIA
El día 14 de junio de 1303 nació Santa Brígida. En ese momento, el cura de Rasbo,
llamado Benedicto, oraba por un feliz parto de la señora Ingeborde. Súbitamente,
el curase encontró envuelto en una nube luminosa de la cual se le apareció la
Santísima Virgen, diciéndole: "Una niña ha nacido en Birger y su voz se oirá por
todo el mundo."
Impreso: Abril 24, 1903, Sagii
Santa Brígida o St. Bridget, hija de Birgir, Príncipe de Suecia de Sangre Real,
nació en el seno de unos padres piadosos. Perdió a su madre al poco tiempo de su
nacimiento, la pequeña Brígida fue educada por una de sus más virtuosas tías. No
habló hasta que tenía 3 años. Cuando empezó a hablar empezó a alabar a Dios. Le
gustaban las pláticas y lecturas serias desde temprana edad, su corazón estaba
lleno de gracia, por eso sólo las lecturas piadosas le atraían.
A la edad de 10 años escuchó un sermón sobre la Pasión de Nuestro Señor que la conmovió mucho. La siguiente noche creyó haber visto a Nuestro Señor arrodillado ante la Cruz, cubierto de sangre y heridas. Al mismo tiempo escuchó una voz que le decía: "Hija Mía, Mírame." "O Querido Señor," preguntó Santa Brígida, "¿Quién te a tratado tan cruel?" Nuestro Señor respondió: "Aquellos que me desprecian y son invencibles de Mi Amor por ellos." Este misterioso sueño dejó una huella profunda en ella ya que desde ese momento en adelante ella siempre meditó sobre los sufrimientos de Nuestro Señor Jesucristo al grado que la cubría de lágrimas.
A la edad de 15 años, por obediencia se casó con el Príncipe Ulf, un joven muy piadoso y tuvieron ocho hijos. Una de sus hijas fue Santa Catarina de Suecia.
El ejemplo de Santa Brígida más que sus instrucciones, santificó a su gran familia. Sus revelaciones y otros favores celestiales la hicieron más ferviente y humilde. Ella murió en Roma en 1373 después de haber regresado de una peregrinación en la tierra santa. Ella seguido oraba mentalmente y meditaba sobre la vida y sufrimiento de Nuestro Señor Jesucristo. Ella fundó las Brigittines.
Por mucho tiempo, Santa Brígida había deseado
saber cuántos latigazos había recibido Nuestro Señor en Su Pasión. Un día se le
apareció Jesucristo, diciéndole: "Recibí 5.480 latigazos en Mi Cuerpo.
Si queréis honrarlos en verdad, con alguna veneración, decid 15 veces el Padre
Nuestro y 15 veces El Ave Maria con las siguientes oraciones, (que él le enseño)
durante un año completo. Al terminar el año, habréis venerado cada una de Mis
Llagas."
Los visitantes de la Iglesia de San Pablo de
Roma pueden ver el Crucifijo, bajo el Sagrario en la Capilla del Santísimo
Sacramento, escultura por Pierre Cavallini, ante ésta escultura Santa Bridget se
hincó cuando recibió las 15 oraciones de Nuestro Señor. La inscripción siguiente
fue puesta en la Iglesia para conmemorar el evento: "Pendentis, Pendente Dei
verba aure accipit el verbum corde Brigitta Deum. Anno Jubilei MCCCL." (Traducción:
"Brígida no sólo recibió las palabras de Dios sueltas en el aire, sino que tomó
las palabras de Dios en su corazón. Jubilee año 1350.")
Las Promesas
1. Libraré del Purgatorio a 15 almas de su parentela o linaje
2. 15 almas de su parentela o linaje serán preservadas y confirmadas en la
gracia.
3. 15 pecadores de su linaje serán convertidos.
4. El que rece estas oraciones alcanzará el primer grado de la perfección.
5. 15 días antes de su muerte, le daré el alimento de Mi Sagrado Cuerpo para que
escape del hambre eterna; y le daré de beber de Mi Preciosísima Sangre para que
no padezca de sed eternamente.
6. 15 días antes de su muerte, sentirá constricción profunda por todos sus
pecados, y tendrá conocimiento perfecto de todas sus culpas.
7. Yo pondré el signo de Mi victoriosa Cruz delante de él, para que sea su
amparo y defensa contra las acechanzas de sus enemigos.
8. Antes de su muerte, vendré a él con Mi queridísima y bienamada Madre.
9. Benignamente recibiré su alma, y le conduciré a las delicias eternas.
10. Y habiendo conducido a ésta alma hasta las mansiones eternas, allí, le daré
a beber del Manantial de Mí Divinidad; cosa
que no haré con los que no hayan recitado Mis oraciones.
11. Haz saber que el que haya vivido en estado de pecado mortal aún por 30 años,
si reza devotamente estas oraciones, o si hubiere propuesto rezarlas, el señor
le perdonará todos sus pecados.
12. Yo le defenderé contra graves tentaciones.
13. Preservaré y guardaré sus 5 sentidos.
14. Le preservaré de una muerte repentina.
15. Su alma será librada de la muerte eterna.
16. Ésta alma obtendrá todo cuanto pidiere a Dios y a la Santísima Virgen.
17. Si hubiera vivido haciendo su propia voluntad durante toda su vida y si
debiera morir al día siguiente, Yo le prolongaré su existencia para que se
confiese bien.
18. Cada vez que un alma rece estas oraciones, ganará 100 días más de
indulgencia.
19. Se le asegura que será colocado junto al Supremo Coro de los Santos Angeles.
20. AI que enseñare estas Oraciones a otra persona, se le asegura gozo continuo
y el mérito perdurable por toda la eternidad.
21. Dondequiera que se rezaren estas oraciones, o si se rezan en algún tiempo
futuro, allí, estará Dios presente con Su gracia.
Las 21 promesas de Santa Brígida, tradicionalmente asociadas con las oraciones
de Santa Brígida no están cubiertas por una imprenta. En Enero de 1954 la
Oficina Santa mandó una advertencia que el origen supernatural de estas promesas
no ha sido demostrado.
La Iglesia siempre recomienda meditar sobre La Pasión de
Nuestro Señor. La Bendita Virgen Maria dijo a Santa Brígida: "la consideración
de la pasión de Mi hijo debe permanecer frecuente en los pensamientos de todos."
San Buenaventura dijo: "Permite quien quiera estar en unión con Dios manténga
los ojos de su alma fijos en El quien cuelga muerto en la Cruz. Son las Llagas
del Señor las que nos permiten tener poder para soportar el sufrimiento no sólo
con paciencia sino con alegría."
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Primera Oración
Padrenuestro - Ave María
¡O Jesucristo! ¡Sois la eterna dulzura de todos los que os aman; la alegría que
sobrepasa todo gozo y deseo; la salvación y esperanza de todos los pecadores!
Habéis manifestado no tener mayor deseo que el de permanecer en medio de los
hombres, en la tierra. Los amáis hasta el punto de asumir la naturaleza humana,
en la plenitud de los tiempos, por amor a ellos. Acordaos de todos los
sufrimientos que habéis soportado desde el instante de Vuestra Concepción y
especialmente durante Vuestra Sagrada Pasión; así como fue decretado y ordenado
desde toda la eternidad, según el plan divino.
Acordaos, O Señor, que durante la última cena con Vuestros discípulos les habéis lavado los pies; y después, les disteis Vuestro Sagradísimo Cuerpo, y Sangre Preciosísima. Luego, confortándolos con dulzura, les anunciasteis Vuestra Próxima Pasión.
Acordaos de la tristeza y amargura que habéis experimentado en Vuestra Alma, como Vos mismo lo afirmasteis, diciendo: "Mi Alma está triste hasta la muerte."
Acordaos de todos los temores, las angustias y los dolores que habéis soportado, en Vuestro Sagrado Cuerpo, antes del suplicio de la crucifixión. Después de haber orado tres veces, todo bañado de un sangriento sudor, fuisteis traicionado por Vuestro discípulo, Judas; arrestado por los habitantes de una nación que habíais escogido y enaltecido. Fuisteis acusado por falsos testigos e injustamente juzgado por tres jueces; todo lo cual sucedió en la flor de Vuestra madurez, y en la solemne estación pascual.
Acordaos que fuisteis despojados de Vuestra propia vestidura, y revestido con
manto de irrisión. Os cubrieron los Ojos y la Cara con un velo y os infringieron
bofetadas. Fuisteis coronado con espinas, pusieron en Vuestras manos una caña.
Finalmente, fuisteis atado a la columna, desgarrado con azotes y agobiado de
oprobios y ultrajes.
En memoria de todas estas penas y dolores que habéis soportado antes de Vuestra
Pasión en la Cruz, concededme antes de morir, una constricción verdadera, una
confesión sincera y completa, adecuada satisfacción; y la remisión de todos mis
pecados. Amén.
Segunda Oración
Padrenuestro - Ave María.
¡O Jesús, la verdadera libertad de los ángeles y paraíso de delicias! Acordaos
del horror y la tristeza con que fuisteis oprimido, cuando Vuestros enemigos
como leones furiosos, Os rodearon con miles de injurias: salivazos, bofetadas,
laceraciones, arañazos y otros suplicios inauditos. Os atormentaron a su antojo.
En consideración a estos tormentos y a las palabras injuriosas, Os suplico, ¡O
mi Salvador, y Redentor! Que me libréis de todos mis enemigos visibles e
invisibles y que, bajo Vuestra protección, hagáis que yo alcance la perfección
de la salvación eterna. Amén.
Tercera Oración
Padrenuestro - Ave María.
¡O Jesús, Creador del Cielo y de la Tierra, al que nada puede contener ni
limitar! Vos abarcáis todo; y todo es sostenido bajo Vuestra amorosa potestad.
Acordaos del dolor muy amargo que sufristeis cuando los judíos, con gruesos
clavos cuadrados, golpe a golpe, clavaron Vuestras Sagradas Manos y Pies a la
Cruz. Y no viéndote en un estado suficientemente lamentable para satisfacer su
furor, agrandaron Vuestras Llagas, agregando dolor sobre dolor. Con
indescriptible crueldad, extendieron Vuestro Cuerpo en la Cruz. Y con jalones y
estirones violentos, en toda dirección, destruyeron vuestros brazos y piernas.
O Jesús, en memoria de este santo dolor que habéis soportado con tanto amor en
la Cruz, Os suplico concederme la gracia de terneros y amaros. Amén.
Cuarta Oración
Padrenuestro - Ave María.
¡O Jesús, Médico Celestial, elevado en la Cruz para curar nuestras llagas con
las Vuestras!
Acordaos de las contusiones y los desfallecimientos que habéis sufrido en todos
Vuestros Miembros; y que fueron distendidos a tal grado, que no ha habido dolor
semejante al Vuestro. Desde la cima de la cabeza hasta la planta de los pies,
ninguna parte de Vuestro Cuerpo estaba exenta de tormentos. Sin embargo,
olvidando todo Vuestro sufrimiento, no dejasteis de pedir por Vuestros enemigos,
a Vuestro Padre Celestial, diciéndole "Padre, perdónalos porque no saben lo que
hacen."
Por ésta inmensa misericordia, y en memoria de estos sufrimientos, Os hago ésta
súplica: conceded que el recuerdo de Vuestra amarga Pasión nos alcance una
perfecta contrición, y la remisión de todos nuestros pecados. Amén.
Quinta Oración
Padrenuestro – Ave María.
¡O Jesús, Espejo de Resplandor Eterno! Acordaos de la tristeza aguda que habéis
sentido al contemplar con anticipación, las almas que habían de condenarse. A la
luz de Vuestra Divinidad, habéis vislumbrado la pre-destinación de aquellos que
se salvarïan, mediante los méritos de Vuestra Sagrada Pasión. Simultáneamente
habéis contemplado tristemente la inmensa multitud de réprobos que serían
condenados por sus pecados; y Os Habéis quejado amargamente de esos desesperados,
perdidos y desgraciados pecadores.
Por este abismo de compasión y piedad y principalmente por la bondad que
demostrasteis hacia el buen ladrón, diciéndole: "Hoy estarás conmigo en el
Paraíso.", hago esta súplica, Dulce Jesús. Os pido que a la hora de mi muerte
tengáis misericordia de mí. Amén.
Sexta Oración
Padrenuestro – Ave María.
¡O Jesús, Rey infinitamente amado y deseado! Acordaos del dolor que habéis
sufrido, cuando, desnudo y como un criminal común y corriente, fuisteis clavado
y elevado en la Cruz.
También, fuisteis abandonado de todos Vuestros pari-entes y amigos con la
excepción de Vuestra muy amada Madre. En Vuestra agonía, ella permaneció fiel
junto a Vos; luego, la encomendasteis a Vuestro fiel discípulo, Juan, diciendo a
María: "¡Mujer he aquí tu hijo!" Y a Juan: "¡He aquí tu madre!"
Os suplico, O mi Salvador, por la espada de dolor que entonces traspasó el alma de Vuestra Santísima Madre, que tengáis compasión de mí. Yen todas mis aflicciones y tribulaciones, tanto corporales como espirituales, tened piedad de mí. Asistidme en todas mis pruebas, y especialmente en la hora de mi muerte. Amén.
Séptima Oración
Padrenuestro - Ave María.
¡O Jesús, inagotable Fuente de compasión, tened com-pasión de mí! En un profundo
gesto de amor, habéis exclamado en la Cruz: "¡Tengo sed!" Era sed por la
salvación del género humano. ¡O mi Salvador! Os ruego que inflaméis nuestros
corazones con el deseo de dirigirnos hacia la perfección, en todas nuestras
obras. Extinguid en nosotros la concupiscencia carnal y el ardor de los apetitos
mundanos. Amén.
Octava Oración
Padrenuestro - Ave María.
¡O Jesús, Dulzura de los corazones y Deleite del espíritu! Por el vinagre y la
hiel amarga que habéis probado en la Cruz, por amor a nosotros, oíd nuestros
ruegos. Concedednos la gracia de recibir dignamente Vuestro Sagradísimo Cuerpo y
Sangre Preciosísima durante nuestra vida, y también a la hora de la muerte para
servir de remedio y consuelo a nuestras almas. Amén.
Novena Oración
Padrenuestro - Ave Maria.
¡O Jesús, Virtud Real y Gozo del alma! Acordaos del dolor que habéis sentido,
sumergido en un océano de amargura, al acercarse la muerte. Insultado y
ultrajado por los judïos,
dijisteis en voz alta que habíais sido abandonado por Vuestro Padre Celestial,
diciéndole: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?"
Por ésta angustia, Os suplico, O mi Salvador, no me abandonéis en los terrores y
dolores de mi muerte. Amén
Décima Oración
Padrenuestro - Ave María.
¡O Jesús, Principio y Fin de todas las cosas, Sois la Vida y la Virtud plena!
Acordaos que por causa nuestra fuisteis sumergido en un abismo de penas,
sufriendo dolor desde la planta de los Pies hasta la cima de la Cabeza. En co..
sideración a la enormidad de Vuestras Llagas, enseñadme a guardar con amor puro
todos Vuestros Mandamientos; cuyo camino es amplio y agradable para todos
aquellos que Os aman. Amén.
Undécima Oración
Padrenuestro - Ave María.
¡O Jesús! ¡Abismo muy profundo de Misericordia! En memoria de las Llagas que
penetraron hasta la médula de Vuestros Huesos y Entrañas, para atraerme hacia
Vos; presento esta súplica. Yo, miserable pecador, profundamente sumergido en
mis ofensas, pido que me apartéis del pecado. Ocultadme de Vuestro Rostro tan
justamente irritado contra mí. Escondedme en los huecos de Vuestras Llagas hasta
que Vuestra cólera y justísima indignación hayan cesado. Amén.
Duodécima Oración
Padrenuestro - Ave María.
¡O Jesús, Espejo de la Verdad, Sello de la Unidad, y Vínculo de la Caridad!
Acordaos de la multitud de Llagas con que fuisteis heridos, desde la Cabeza
hasta los Pies. Esas Llagas fueron laceradas y enrojecidas, O Dulce Jesús, por
la efusión de Vuestra adorable Sangre. ¡O, qué dolor tan grande y repleto habéis
sufrido por amor a nosotros, en Vuestra Carne virginal!
¡Dulcísimo Jesús! ¿Qué hubo que hacer por nosotros que no habéis hecho? Nada
falta. ¡Todo lo habéis cumplido! ¡O amable y adorable Jesús! Por el fiel
recuerdo de Vuestra Pasión, que el Fruto meritorio de Vuestros sufrimientos sea
renovado en mi alma. Y que en mi corazón, nuestro Amor aumente cada día hasta
que llegue a contemplaros en la eternidad. ¡O Amabilísimo Jesús! Sois el Tesoro
de toda alegría y dicha verdadera, que os pido concederme en el Cielo. Amén.
Décima—Tercera Oración
Padrenuestro — Ave María.
¡O Jesús, fuerte León, Rey inmortal e invencible! Acordaos del inmenso dolor que
habéis sufrido cuando, agotadas todas Vuestras fuerzas, tanto morales como
físicas, inclinasteis la Cabeza y dijisteis: "Todo está consumado."
Por esta angustia y dolor, Os suplico, Señor Jesús, que tengáis piedad de mí en
la hora de mi muerte cuando mi mente estará tremendamente perturbada y mi alma
sumergida en angustia. Amén.
Décima—Cuarta Oración
Padrenuestro — Ave María.
¡O Jesús, único Hijo del Padre Celestial, esplendor y semejanza de Su Esencia!
Acordaos de la sencilla y humilde recomendación que hicisteis de Vuestra Alma, a
Vuestro Padre Eterno, diciéndole: "¡Padre, en Tus Manos encomiendo Mi Espíritu!"
Desgarrado Vuestro Cuerpo, destrozado Vuestro Corazón, y abiertas las Entrañas
de Vuestra misericordia para redimirnos, habéis expirado. Por Vuestra Preciosa
Muerte, Os suplico, O Rey de los santos, confortadme para resistir al demonio,
la carne y al mundo. A fin de que, estando muerto al mundo, viva yo solamente
para Vos. Y a la hora de mi muerte, recibid mi alma peregrina y desterrada que
regresa a Vos. Amén.
Décima-Quinta Oración
Padrenuestro - Ave María.
¡O Jesús, verdadera y fecunda Viña! Acordaos de la abundante efusión de Sangre
que tan generosamente habéis derramado de Vuestro Sagrado Cuerpo. Vuestra
preciosa Sangre fue derramada como el jugo de la uva bajo el lagar. De Vuestro
Costado perforado por un soldado, con la lanza, ha brotado Sangre y agua, hasta
no quedar en Vuestro Cuerpo gota alguna. Finalmente, como un haz de mirra,
elevado a lo alto de la Cruz, la muy fina y delicada Carne Vuestra fue
destrozada; la Sustancia de Vuestro Cuerpo fue marchitada; y disecada la médula
de Vuestros Huesos.
Por ésta amarga Pasión, y por la efusión de Vuestra preciosa Sangre, Os suplico,
0 dulcísimo Jesús, que recibáis mi alma, cuando yo esté sufriendo en la agonía
de mi muerte. Amén.
Conclusión
¡O Dulce Jesús! Herid mi corazón a fin de que mis lágrimas de amor y penitencia
me sirvan de pan, día y noche. Convertidme enteramente, O mi Señor para ti.
Haced que mi corazón sea Vuestra Habitación perpetua. V que mi conversación Os
sea agradable. Que el fin de mi vida sea digna de oración y que después de mi
muerte pueda merecer Vuestro Paraíso; y alabaos para siemprc en el Cielo con
todos Vuestros santos. Amén